jueves, 6 de noviembre de 2008

UN MALDITO SUEÑO HECHO REALIDAD



Teresa Liliana Menor Alarcón

- “Si fueras como ella...”. fue lo que dije al terminar de discutir con Susana e irme a dormir.

Estoy caminando hacia ese lugar que en algún momento escuché hablar a mi abuelo. Veo a mucha gente desde aquí, alegres y trabajando. Y ella, allí también pero sola.
A las miradas de reojo mi rostro se enciende y entonces, silencio mis pasos; me acerco y su cabello sigue, al parecer, largo como me lo contó el abuelo; parece que algo escucha y voltea hacia mí. Los demás no dejan de observarnos. Ella sacude sus manos en señal de frío y sonríe. Me acerco y con voz temblorosa, la llamo por su nombre.
Una de su grupo se acerca y me invita algo de beber, mientras otros le sonríen.
- Ha regresado, oí que decían, mientras yo trataba de comprender lo que veía.

Calixto era de color, risueña y taciturna; cabello ondulado y muy negro. Si no fuera por un detalle, diría que la descripción hecha por mi abuelo fue perfectamente igual a la que yo imaginé por algún momento. Tenía un solo ojo y eso me mortificó un poco. El abuelo me había engañado entonces, al decirme que ella tenía un lunar que aparecía y desaparecía al preguntarle ¿y el color de sus ojos, abuelo?

Como si me hubieran estado esperando, la mesa está puesta y me invitan a pasar. Muchos otros invitados llegan y me reciben con un saludo especial. Calixto se arrodilla frente a mí y me dice “eres único”. No, soy humano- me digo a mí mismo-. Nadie es como tú aquí. Además, sé que eres bueno y por ello te ofrezco mi corazón. – me sigue diciendo Ella-.

- Por momentos me aparecía incompleto al verme reflejado en su mirada. Pero, no tenía tiempo de pensar en eso. Sabía que era un mundo en donde era yo el extraño, y que a pesar de ello alguien me aceptaba como era.
Susana no es así. ¿Qué dices?- me pregunta- No le contesto, sólo vuelvo a verme en ella y la beso. Entonces, me doy cuenta de que los testigos de la ceremonia ya no nos miran.
- Bien, ahora sólo faltas ser su esposo oficial ante nosotros y que empieces a vivir para siempre en univisión. Pero eso será mañana.- escuché decir al que parecía ser el jefe de ese pequeño lugar.

- “Frente a ustedes prometo a Calixto serle fiel hasta en mis sueños. Pues me ha entregado su corazón y con él su vida”. Eso fue lo que le dije al casarnos. Y la “gente”, sin mirarnos ya reía a carcajadas. ¿Por qué?.... No lo sé.
Yo, ¡feliz!. Ella ya era mi esposa. De pronto, unos gritos me despertaron. Eran los de Susana quien, por segundos, había quedado absorta y con los ojos desorbitados mirándome de pies a cabeza. Al sentirme muy cerca de ella se fue a tomar sus cosas lo más rápido que pudo. Luego, extendí mi brazo para detenerla, pero...Mis manos me advirtieron algo inconcebible, entonces fui al espejo para comprobar lo que pasaba... Mi piel, mis ojos y mi cabello tenían el color de Calixto.

- A Susana la conocí un viernes por la noche en un multicine. Pasaba esquivando su mirada de la mía; muy orgullosa y altiva. Al parecer, sentía mi acechanza. Pero eso me pareció insuficiente y, por sobre mis temores a su rechazo, me atreví a decirle: “Si fueras como Calixto”. Ella escuchó tal nombre y el fruncir de la ceja de su ojo izquierdo me interrogaba ¿cómo quién?. Me acerqué a su lado y me permitió iniciar una de las muchas conversaciones que tendríamos a partir de esa noche.
Las primeras veces que iba a su casa para visitarla no fueron tan fructíferas. No quería recibirme, o si lo hacía no permitía que entrara a cu casa. Decía que llevaba en los zapatos mucho polvo, que estaba algo despeinado y en son de broma me decía: “has crecido algo”. Pero a pesar de todo, logré casarme con ella, jurándole fidelidad hasta en mis sueños.

- Me miro una y otra vez en el espejo, pienso y termino acostado en mi cama. Vuelvo a cerrar los ojos, diciendo: “ si fueras como ella ...”

Desde aquí la observo triste, con una que otra “muchacha” al lado suyo. Pero me acerco un poco más y la veo con un bebé en sus brazos. “Es nuestro hijo- me dice. - Y como él, muchos nacerán en univisión. Tú no haces falta ya aquí. Regresa con la otra” .

- Vuelvo a despertar. Quiero buscar a Susana pero estoy viejo y acabado. El tiempo transcurrido supera mi vejez. Me vuelvo a ver en el espejo y soy blanco otra vez, pero ya no me sirve de nada. Me doy cuenta muy tarde de que Calixto fue un maldito sueño hecho realidad y aunque mencione las palabras mágicas “si fueras como ella...”, Susana, definitivamente se ha ido para no volver jamás.

2 comentarios:

teresa dijo...

gise, presiona en omentarios y ya.

Vanessa dos Santos dijo...

Me encanto los poemas....
estan muy lindos..
Coloque massss!!!
TKM